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viernes, 22 de marzo de 2013

Leyendas de Semana Santa

Estamos en épocas de la cuaresma, tiempo de meditación y reconciliación con Jesús y para otros es simplemente un fin de semana largo; ahora, les traigo en esta entrega dos leyendas muy interesantes de la semana mayor. Ambas con un toque muy espiritual y a la vez muestra una parte fascinante desde un punto de vista de la naturaleza; a continuación disfruten las leyendas.

La leyenda del petirrojo


Un hermoso día de primavera, una pareja de avecillas —eran grises e insignificantes— estaban sentadas en su nido, en un arbusto denso que se apoyaban en el muro de Jerusalén. En el nido había tres pequeños huevos. Dentro de pocos días debían salir los pichones. De repente desde la cercana puerta de la ciudad se oía una gritería. Apareció una masa de gente enardecida de cólera. Un soldado sentado en su caballo abría el desfile de los militares armados. Luego se veía a tres hombres, cargando cada uno con su cruz. Uno de ellos llamaba la atención por su porte noble en medio de la tortura y humillación. A los que llevaban al Gólgota, donde se realizaban los ajusticiamientos de muerte

Entonces acontecieron muchas cosas que no se podían distinguir bien. Pero luego la pareja de avecillas vio lo siguiente: el hombre de porte noble —Jesucristo, nuestro Salvador— fue estrechado sobre la cruz que se había tirado al suelo. Un tipo particularmente rudo sacó un clavo del grosor de un dedo meñique, de 20 centímetros de largo. Arrastró la mano hasta el extremo del transversal y comenzó a clavar la mano en la madera. Cuando vieron esto las avecillas, sus plumas se pusieron de punta de terror. El ave madre dijo: "Tenemos que ayudar". El papá dijo: " Sencillamente les quitamos los clavos". Dicho y hecho. Volaron al lugar de la crucifixión y se sentaron en la cajita de los clavos. El ave mamá tomó la punta más delgada en su pico y el papá la parte superior. Con mucho esfuerzo levantaron vuelo. Cuando llegaron al arbusto dejaron caerlo entre las ramas y desapareció. Antes de continuar con la tarea tenían que mirar el nido para asegurarse que todo estaba bien. Cuando llegaron de nuevo al lugar donde estaban las cruces el verdugo estaba justo clavando la otra mano de Jesús en la cruz. Vio a las avecillas y les gritó: "¡Malditas, aléjense!" Y los ahuyentó con su pesado martillo. Luego buscó los clavos restantes y encontró solo uno, el tercero. Lo agarró y blasfemaba porque le hacía falta el cuarto clavo. Le habían malogrado su cruel tarea. ¿Cómo continuar con la crucifixión? Luego puso los pies de Jesús uno sobre el otro y los perforó son un solo clavo para fijarlos en la cruz.

Con mucha gritería e insultos levantaron la cruz. Cuando las avecillas vieron a Jesús colgado entre tantos dolores, dijo el papá: "Lo que se ha clavado se puede sacar otra vez. Ven, vamos a sacar los clavos". Ambas avecillas volaron hasta la cruz, se sentaron en el palo horizontal e intentaron con un máximo esfuerzo sacar el clavo. Sus fuerzas no eran suficientes para logarlo. Jesús los miró con gratitud. Luego volvieron a su nido. Allí vieron que las plumas de sus pechos estaban pintadas de rojo con la sangre de la mano de Jesús.

El día domingo los pichones salieron de sus huevos. Era la mañana de Pascua de Resurrección. Los papás alimentaban a sus pequeños y trajeron lo mejor que podían encontrar. Cuando hicieron una pausa, sentados en el borde del nido, la mamá dijo: "Papá, mira. Nuestros hijos tienen plumas rojas". El papá miró y dijo: "Es verdad. Justo donde también nosotros tenemos las manchas de sangre del crucificado de anteayer". —Él nos lo ha dejado a nosotros y a nuestros niños como recuerdo", dijo la mamá. Era verdad. Como señal de gratitud por su esfuerzo por el Salvador crucificado estas avecillas grises y insignificantes llevan un el pecho y la garganta una mancha roja. Por eso se llaman petirrojos. En cada Santa Misa estamos junto a la cruz. Su pasión y su muerte, su sacrificio es para nosotros. 

Recordamos como Jesús sufrió tanto por nosotros el Viernes Santo. Debería sucedernos igual que a las avecillas grises: Que nos preocupemos por Jesús, que le ayudemos, que tomemos parte en su sacrificio que le ayudemos en su cuidado por los hombres. Entonces seremos marcados y sellados por Jesús. No llevamos una mancha roja visible. Sin embargo nuestro corazón estará lleno de Él, dispuesto para Él y del mismo sentir con Él. El Apóstol San Pablo dice: "Cristo vive en mí y yo en Él". Este es el efecto más hermoso de la Santa Misa: Cuando el cristiano se convierte más y más en Cristo.

Leyenda del "Conejo de Pascua" 


Cuenta esta leyenda que, cuando metieron a Jesús al sepulcro que les había dado José de Arimatea, había dentro de la cueva un conejo escondido, que muy asustado veía cómo toda la gente entraba, lloraba y estaba triste porque Jesús había muerto.

El conejo se quedó ahí viendo el cuerpo de Jesús cuando pusieron la piedra que cerraba la entrada y lo veía y lo veía preguntándose quien sería ese Señor a quien querían tanto todas las personas.

Así pasó mucho rato viéndolo; pasó todo el día y toda una noche, cuando de repente el conejito vio algo sorprendente: Jesús se levantó y dobló las sábanas con las que lo habían envuelto. Un ángel quitó la piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de la cueva ¡más vivo que nunca!

El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió que tenía que avisar al mundo y a todas las personas que lloraban, que ya no tenían que estar tristes porque Jesús había resucitado.

Como los conejos no pueden hablar, se les ocurrió que si les llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de vida y alegría y así lo hizo.

Desde entonces, cuenta la leyenda que, el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para recordar al mundo que Jesús resucitó y hay que vivir alegres.

lunes, 18 de marzo de 2013

Mensajes de Juan Zebedeo por Jonakan Ur El


Mensajes de Juan Zebedeo sobre episodios de la vida del Maestro Jesús
Médium: Dr. Jorge R. Olguín
Interlocutor: Horacio Velmont
Entidad espiritual que se presentó a dialogar: 
Johnakan Ur-el
(Quien en su encarnación anterior fue Juan Zebedeo).

Interlocutor: Estamos listos para recibir los mensajes. ¿Quién se va a comunicar?
Johnakan: Soy Johnakan Ur-el, el thetán de este receptáculo. Percibo en este lugar a muchas entidades de los niveles bajos que, como siempre, tratan de perturbar estos pequeños diálogos.
La defensa contra esos espíritus del error es que cada uno de ustedes se envuelva en Amor, proyectando una campana protectora alrededor de vuestro cuerpo.
La soberbia de estas entidades no soporta las irradiaciones de Amor. Ellos relacionan esa emoción positiva con una tonta ingenuidad.
Para aquellos que no me conocen, ya ha sido transmitido que en mi encarnación anterior me llamaba Juan Zebedeo y era el discípulo amado del Maestro Jesús. Mi amado Maestro me enviaba con dos discípulos más a dar sus mensajes en distintos lugares, tanto en Samaria como en Judea. No siempre éramos bienvenidos.
Hemos sido agredidos con piedras, hemos recibido palos, otras veces nos ha corrido una turba enfurecida. Pero también en muchas viviendas fuímos agasajados con distintos manjares, recibimos muchas ofrendas por transmitir la palabra del Maestro, que no fue comprendido por todos, y hasta hoy está siendo cuestionado.
Hay muchos escritores polémicos actuales que se preguntan por qué Jesús no encarnó en el centro de Roma y entonces así la historia hubiera sido otra.
¡La historia es otra! ¿O acaso no es así? La historia ha cambiado. Cuanto mi Maestro dijo que "no he venido a traer la paz; va a haber luchas entre familias", las personas de corto entendimiento lo malinterpretaron.
¿Adónde quiero llegar? Para unos, Jesús puede ser el Mesías; para otros, el unigénito. ¿Qué era mi Maestro en esa encarnación? Un espíritu de Luz que encarnó para transmitir el mensaje de Amor más grande de todas las épocas.
En esa época, cuando lo conocí, yo era un chico de quince años y medio. Comencé a admirar su forma de hablar y de pensar. Me fui dando cuenta que era un hombre extraordinario. Se fue gestando en mi espíritu un sentimiento puro y sublime, hasta que comprendí que amaba a ese ser con toda mi alma. Era un ser que se brindaba sin reservas. Un ser que no tenía egoísmos. Cuando el Maestro fue crucificado sentí un vacío tan grande, incapaz de explicar con palabras. ¡Había tantas cosas que no entendía todavía! Pero fui creciendo, sabiendo que el espíritu de Jesús siempre estaba cuando yo lo precisaba. El me orientaba cuando tenía que escribir alguna epístola. El me guiaba cuando tenía que realizar un viaje, para transmitir su palabra.
Fui tomando conciencia de la verdadera enseñanza y supe que, al desencarnar, me encontraría de nuevo con El.  Actualmente, ambos estamos en el nivel 5º de vibración espiritual y nuestra misión es tratar de resolver conflictos humanos, donde triunfan las pasiones, los egoísmos, la desarmonía...
Hay agresiones, desprecios, gestos que pueden llegar a lastimar más que una palabra, dudas, celos, desconfianzas...
Todas estas cosas son un tremendo calvario para mi Maestro. porque son señales de que cada uno piensa solo en sí mismo.  Incluso algunos que dicen ser maestros espirituales caen presa del ego, superados por su entorno. Hay seres encarnados en este plano físico a los que todavía le falta mucho para llegar al grado de maestría verdadero, porque siempre van a ceder a una tentación, dando paso a la indiferencia y no al amor, dando lugar a la mezquindad y no a la entrega.
De repente, cada entidad, en forma individual, piensa: -"Yo quiero tal cosa, yo necesito tal otra". El famoso "yo", con minúsculas. El yo inferior, manipulado por el ego, que hace que la persona busque ser autor y protagonista de la obra.
Lo irónico es que esa soberbia hace que el hombre crea estar más cerca de Dios.
Pero... ¿Adónde cree el hombre que puede alcanzar a Dios? ¿En la cima de la montaña? ¡Por supuesto, dirá, porque allí uno se eleva!
En una encarnación anterior a la de Juan Zebedeo, cuando yo estaba encarnado como Ananda, mi primo Sidharta dijo una frase trascendental: "La ignorancia es la madre del sufrimiento".
Mi amado primo no estaba equivocado. La ignorancia hace que el ser humano se confunda los términos porque, si te diriges hacia arriba, subes. Solo te elevas si buscas dentro tuyo. Porque elevarte es otra cosa. Es ascender a tu interior.
Lo importante es dejar de lado el "te quiero", el "te preciso", porque ese es un sentimiento que hace sufrir al crear una dependencia.
¿Cómo dejar de lado el "te quiero"? ¿Eso no es amor? No, eso es "necesidad". No confundir con el "te amo".
Casi todos nosotros dicen, en una relación de pareja: "Ven, te preciso", "Apúrate, te necesito".
¿Cómo "te preciso"? ¿Qué es eso de "te necesito"? Siempre en función de uno, para alimentar el ego.
¿Cuándo te brindas ? ¿Cuándo das ?
Porque el verdadero Amor es dar. El amor es sentir la misma vibración del otro. Eso se llama "vibrar en sintonía": "¡Mira que casualidad, los dos pensábamos lo mismo!" "¡No lo puedo creer, ya te estaba por llamar. Me ganaste de mano por dos segundos!" "¡Si tú no me llamabas, yo te llamaba a tí! ¡Me sacaste la palabra de la boca, yo te iba a decir lo mismo!"
¿No les ha pasado? Esto es vibrar en sintonía. Pero...¿Por qué no lo hacemos más seguido? Porque el ego transforma a la persona en protagonista absoluto y nadie más tiene cabida. El yo inferior impide que se conecten con el Yo Superior.
El ego es el yo inferior, el susceptible, el que busca sobresalir, el que se ofende, el que duda de todo, el que quiere crecer "aún a costa de..."
Si el ser humano tomara conciencia de su grandiosidad sería más humilde. Lo tremendo sucede cuando el que toma conciencia es el ego y entonces, la que toma el control es la soberbia.
Recuerdo la última cena que compartí con mi amado Maestro, donde varios de los apóstoles se pusieron a discutir en un momento determinado sobre quién era el más importante para la misión espiritual.
"Jesús los interrumpió, inquiriendo: -¿Quién les parece que es más importante? ¿El que se sienta a la mesa o el que les sirve? ¿No piensan que es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve- Después de pronunciar estas palabras, el Maestro se levantó de la mesa, se quitó su manto y tomando una toalla, se la ciñó a la cintura. Luego volcó agua en un pequeño recipiente y comenzó a lavarnos los pies. Yo estaba paralizado por el estupor y no podía reaccionar. Cuando le tocó el turno a Pedro, éste dijo: -Señor... ¿Tú me lavas los pies a mí?
Jesús le respondió: -Es difícil que ahora entiendas lo que hago, mas lo comprenderás después.
-No puedo permitir que me laves los pies. Jamás te humillaré.
-Si no me dejas lavarte, tampoco estarás a mi lado.
-Entonces, Señor, no solo puedes lavar mis pies, sino también mis manos y mi cabeza.
Cuando mi amado maestro terminó su tarea, explicó: -Si yo, que soy considerado por ustedes su Maestro y me llaman Señor, he lavado vuestro pies, ustedes también deben lavarse los pies los unos a los otros. Porque este ejemplo que les he dado sirve para hacerles entender la verdadera humildad. No hay que competir para tomar el mando de un grupo, sino para servir a vuestro prójimo. No se dejen guiar por la soberbia, porque les será imposible transmitir la palabra con sinceridad.- Me miró a los ojos y, recorriendo luego con su mirada el rostro de todos, agregó: -Ustedes saben que yo los amo. Les pido que, de la misma manera, se amen los unos a los otros- Luego cerró los ojos y murmuró: -Padre, te pido que el amor que me has brindado siga en ellos."
Este recuerdo es válido para enseñar que se puede tomar conciencia de lo importante que es cada ser humano, sin que lo invada la soberbia.
No es fácil vivir despersonalizado, sin que el ego intervenga. Deben saber que todo lo que los desequilibra emocionalmente, sucede porque vuestro ego se halla involucrado.
Jorge B.: ¿Puede haber entidades negativas que traten en este momento de interferir el mensaje?
Johnakan: Sí. No me molestan a mí, pero pueden perturbar a los presentes, haciendo que se desconcentren, creándoles alguna idea confusa o dejándose ver como fugaces ráfagas oscuras.
No deben preocuparse, pues ningún espíritu del error tiene potestad sobre ustedes. Si elevan el pensamiento, nada podrá perturbarlos.
También quiero aclarar lo erróneo que es el concepto de aquellas personas que creen que un espíritu puede tomar posesión de un ser encarnado en contra de su voluntad. Esa es una creencia peligrosa y completamente falsa. Ningún espíritu y tampoco ningún demonio, tienen potestad para intentar someter al ser humano. Ninguna entidad puede transgredir el libre albedrío de otra. Las posesiones que se dan a conocer en algunos centros espirituales o en algunos templos, tiene su explicación:
1) Posiblemente se trate de personas perturbadas psicológicamente ó 2) La persona en cuestión se presta a ser "tomada", porque fue previamente condicionada a ello.
También debo aclarar que no existe ningún "espíritu divino" que, al entrar en la persona, la desestabilice al extremo de crearle convulsiones. Eso puede encajar en uno de los dos ejemplos anteriores, con el agravante de que le hacen creer al feligrés que lo posee un espíritu de salvación cuando, en realidad, ese cuadro tan grave solo lo pueden provocar un demonio o un espíritu rebelde.
Sepan que el verdadero acceso al "Espíritu Santo" es el estar iluminado con una Energía Divina. Y eso nunca provocaría en la persona un efecto desfavorable, sino un estado de éxtasis y de total armonía.
Karina: ¿El lenguaje del Maestro Jesús, cuando estuvo encarnado, era despectivo o injurioso para con ese pueblo, aparentemente tosco e ignorante, al que le hablaba? ¿Es cierto que en algunas oportunidades mandaba a sus discípulos a robar aves para alimentar a la muchedumbre que lo seguía?
Mi pregunta se justifica porque con un médium anterior, ésto es lo que decía la entidad que afirmaba ser el Maestro Jesús.
Johnakan: Cuando mi amado Maestro estuvo encarnado, hablaba de una manera dulce y comprensiva. Solo lo vi perder el control ante los hipócritas que fingían adorar a Dios, mientras comerciaban con los que acudían al templo. Les decía: -¡Raza de víboras!- y en verdad lo eran.
Me causa una profunda tristeza el notar como se han tergiversado muchas cosas.
¿Dicen que Jesús nos mandaba a robar aves? Eso es totalmente falso. Carece de verdad.
Piensen que si mi Maestro dijo: -"No se afanen tanto por vuestra vida, preocupándose sobre lo que hayan de comer o beber... ¡El Padre Celestial provee a los pájaros del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en granero! ¿No valen ustedes mucho más que ellos? Busquen primero el Reino de Dios y todas esas cosas serán dadas por añadidura"-... ¿Cómo nos iba a mandar a nosotros a robar? Eramos capaces de comer raíces antes de sacarle la comida a alguien.
Karina: Está claro. ¿Había momentos de aflicción y otros de gozo?
Johnakan: La incomprensión de muchos nos causaba aflicción. Jesús era quien más se afligía ante el desinterés de la gente por el mundo espiritual. Lo que hacíamos con gozo era transmitir su palabra. Aunque en algunas ocasiones no salíamos bien parados. En algunos lugares recibíamos palos, en otros cascotazos. Pero la mayoría de las veces, hortalizas, legumbres... Y sí aves, y sí corderos, y sí compartíamos el vino con nuestros anfitriones. Había gente que era agradecida del mensaje y disfrutábamos la charla con ellos y, por supuesto, la comida.
Interlocutor: ¿Qué podemos saber sobre la Transfiguración?
Johnakan: Es un tema muy delicado. Sepan que el capítulo de la Transfiguración es uno de los temas que puede generar más polémica, porque el relato tiene dos puntos claves.
Estando encarnado como Juan Zebedeo, mi amado Maestro nos había llevado a Pedro, a mi hermano Santiago y a mí a un monte alto, en una zona apartada, con el pretexto de que íbamos a orar. Subimos por una cuesta empinada durante varias horas y, al llegar a la cima, nos recostamos a descansar. Jesús se quedó de pie y caminó lentamente hacia unos matorrales. Levanté la vista y observé que su rostro comenzó a cambiar de aspecto, proyectando un leve fulgor. El brillo fue aumentando su caudal, hasta emitir un tono resplandeciente. Luego se emparejó en todo su cuerpo. En un momento dado, Jesús vibraba con una intensidad tan elevada que, en medio de la noche, ese fulgor hacía que nuestro ropaje se viese blanco. Casi al instante, de un costado, aparecieron dos figuras que resplandecían igual que el Maestro. Se acercaron a El y comenzaron a dialogar.
-Son Moisés y Elías- susurró Pedro en voz baja.
Yo estaba paralizado por el estupor. No le respondí.
-Parecen hombres de otro mundo- pensé, sin saber lo cerca que estaba de la verdad, pues mi amado Maestro se estaba comunicando en ese momento con seres de otro sistema estelar, que habían venido a intercambiar ideas filosóficas. Era evidente que mi Maestro era conocido por esa cultura extraterrestre.
Con un rayo especial, habían cambiado la vibración de la parte física de Jesús, haciéndola más sutil y acorde a la vibración de esos extraterrestres.
La Transfiguración había sido una transmutación en la materia del Maestro, para poder realizar sin inconvenientes esa comunicación.
Dominando su temor, Pedro se acercó a ellos. Inspirando en forma profunda, tomó la palabra y dirigiéndose a Jesús, exclamó: -Señor, aprovechando que estamos aquí, quizás te seamos de ayuda. Podemos hacer tres tiendas para que estos profetas y tú puedan pasar la noche.
Mi amado Maestro le hizo un gesto, impidiendo que Pedro se siguiera acercando. Era lógico, pues las tres figuras estaban refulgentes, con un resplandor tan fuerte que no se las podía tocar. La radiación que emanaba de ellos podía llegar a quemar nuestra piel.
En ese momento, una luz surgió desde lo alto. Observé hacia allí y noté que la luz emanaba de un artefacto volador. Una nube cubrió las tres siluetas y una voz dijo: -Este es mi Hijo amado, mi elegido. Escuchadle y no dejéis de hacerle caso.
Caímos de rodillas, cerrando los ojos. Un minuto después escuché a mi amado Maestro, exclamado: -Levántense, no tengan miedo.
Cuando levanté la vista, la luz había desaparecido y Jesús estaba solo. Se acercó a nosotros y dijo: -No teman.
Cuando bajamos del monte, nos pidió que no contáramos a nadie sobre la visión que habíamos tenido.
-Maestro- le pregunté con curiosidad –Pedro dice que tú hablaste con Moisés y Elías, que resucitaron de entre los muertos.
-No es así- dijo Jesús –Les digo, sin embargo: Elías vino ya, encarnando poco tiempo antes que yo naciera, pero no lo reconocieron y han hecho con él cuanto han querido.
Comprendimos que Jesús se refería a Juan, el Baustista.
Ahora voy a referirme a los dos puntos clave del relato: El primero, donde se refiere a la presencia de seres de otros planetas, que ya conocían a mi amado Maestro. El segundo, donde se demuestra que Jesús habla de la reencarnación. Ese es uno de los pocos puntos que se olvidaron de borrar en el Concilio del año 553.
Interlocutor: ¿Alguna vez el Maestro Jesús, siendo una entidad tan elevada, se cuestionó el hecho de estar perdiendo el tiempo con esa gente tan ignorante, que probablemente no entendía nada de lo que estaba diciendo?
Johnakan: El Maestro se cuestionaba otras cosas, pero jamás se cuestionó el tratar de enseñar al ignorante. Esa gente merecía todo su amor y todo su respeto.
Lo contrario hubiese sido discriminar y la forma de pensar de Jesús era opuesta a toda discriminación. Nunca cuestionó a ningún seguidor, ni a ninguna persona que quisiera aprender de El. Porque el Maestro era y es Amor. Y donde hay Amor, no existen los cuestionamientos.
Sí puede haber censura para tratar de corregir a aquel que plantea algo equivocado. ¿Cuántas veces piensan que ha censurado a Pedro? ¿Cuántas figuran en los escritos?
¿Y si les digo que lo ha censurado por lo menos seis veces?
Pedro era temeroso. Una vez, en el Huerto de los Olivos, le dijo con voz acongojada: -Señor, has dicho que el que te va a entregar está cerca. Crucemos el Jordán y alejémonos de aquí.
-¡Aléjate de mí! ¡No me tientes!- le respondió Jesús en ese momento.
¿Por qué respondía con esa frase? Porque el Maestro estaba encarnado y tenía dudas.
Otra vez, Jesús nos había dicho que sus días iban a terminar en Jerusalén, pero que primero iba a sufrir mucho en manos de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas. Pedro lo llamó aparte e intentó reprenderlo: -¡Manténlos lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te harán sufrir!
-¡Quítate de mi vista, Satanás!- le gritó el Maestro –Aquel que quiera salvar su vida, la perderá... pero quien pierda su vida por mí, la encontrará.
Jesús realizaba dos cosas a la vez: censuraba a Pedro y daba un mensaje en forma de parábola, dando la importancia debida a la vida material y a la espiritual.
Interlocutor: ¿No lo llamaba el Maestro Jesús a Pedro "piedra" para dar a entender que lo consideraba un hombre firme, sólido?
Johnakan: En realidad, muchas veces esa expresión era una amorosa ironía del Maestro. ¡Porque Pedro, aunque temeroso, era muy testarudo!
Florencia: ¿En algún momento Jesús anunció el regreso de Mahoma?
Johnakan: No, eso es absolutamente falso. Hay muchas cosas que el Maestro no ha dicho y han sido escritas. Hay otros mensajes que Jesús ha comunicado y ha sido premeditadamente ocultados.
Hay evangelios muy polémicos. En uno de ellos pintan al Jesús infante como un pequeño perverso, que quitaba vidas por capricho. Eso es una infamia y un ataque alevoso al amado Maestro. Obviamente, hay muchas historias falsas.
Pero también hay muchas otras que son ciertas.
¿Que solo hay cuatro evangelios? No, hay muchos más y dan referencias desconocidas sobre la vida de Jesús. Claro, no todos son veraces.
Interlocutor: ¿Cómo reconocer cuáles son verdaderos?
Johnakan: Déjense guiar por su corazón, por su sentido común. Yo no se los voy a decir a ustedes. Ustedes lo van a deducir si son guiados por su coherencia. Si ven un mensaje de un Jesús infante que por capricho mata a otro chico porque le quita una bolita, no crean en eso. No crean en un Jesús caprichoso, porque Jesús es amor.
No crean en un José que lo censura. Crean en un José que le enseñaba amor a un Jesús niño, ávido de conocimiento y que, posteriormente, aprendía de un Jesús adolescente, ya curtido en varias charlas con maestros y doctores de la Ley.
Karina T.: Volviendo a un tema anterior... ¿No podría ser un espíritu del error la entidad que, a través del médium anterior, dijo ser el Maestro Jesús?
Johnakan: En ocasiones algunos médiums, por una mal entendida picardía, interfieren los mensajes agregando cosas que son de su propia cosecha. Otros médiums, por diversos conflictos de ego, interfieren la comunicación con la idea equivocada de hacer quedar bien a la entidad, sin darse cuenta de que, en realidad, están malogrando el mensaje.
Interlocutor: ¿Todos tenemos un "Guía del Destino" o, como lo llaman algunos, un "Angel de la Guarda?"
Johnakan: Todos los seres encarnados tienen un Angel que vela por él y un espíritu guía, como orientación... mas no todos escuchan "esa voz interna".
Interlocutor: ¿Tienen alguna potestad sobre nosotros?
Johnakan: Ya lo dije antes. Ninguna entidad espiritual tiene potestad sobre el ser humano. Esto deben tenerlo muy en claro. El Absoluto da el libre albedrío a todos sus hijos como muestra de Amor.
Jorge B.: ¿Y el cambio de conciencia?
Johnakan: ¡Se tiene que lograr! Cada uno lo tiene que lograr y lo tiene que ir transmitiendo. Porque si el amor predomina sobre el egoísmo les puedo asegurar que la suerte de la humanidad va a cambiar.
Se están jugando el destino de la especie y no se dan cuenta. Piensan que las reservas del planeta son infinitas.
Tengan en cuenta que lo único inmortal es el espíritu.
Que el Absoluto los bendiga a todos y a cada uno de ustedes.

domingo, 10 de marzo de 2013

EL ENIGMA DEL CUBO GURLT




El extraño cuasi cubo 


En  1885 el Doctor Gurlt descubrió adherido a un bloque de carbón en una mina cerca de Salzburgo un cubo, exactamente un paralelepípedo con los bordes ligeramente redondeados y unas inscripciones desconocidas que difícilmente parecía ser obra de la naturaleza, ante la  misteriosa naturaleza y procedencia de dicho objeto se hicieron una serie de pruebas cuyos resultados aumentaban el enigma, el cubo de un tamaño de 67mm x 67 mm x 47 mm y un peso de casi 8 kg, resultaba ser una acero especial por contener Níquel y muy poco Azufre, difícilmente esta aleación podía ser fruto de la naturaleza, aunque el Doctor Gurlt lo consideró un trozo de meteorito que se incrusto en la Tierra en una época muy remota, por ello el Doctor publicó su obra sobre el cubo en 1886, pero todas las pruebas realizadas por los técnicos de la época concluían en que el cubo era un objeto elaborado con técnicas muy avanzadas, y que dicha aleación no se producía en la naturaleza ni siquiera en el espacio exterior. Además de ciertos signos presentaba un corte  en la mitad del objeto, el hecho es que el Doctor donó el cubo al museo de ciencias de la ciudad de Salzburgo, pero en 1910 el objeto desapareció  misteriosamente y hasta ahora nunca se ha sabido más de él, aunque fue buscado por mucha gente.

Por supuesto que el cubo da pie a especular, en primer lugar el cubo al estar incrustado en un bloque de carbón podría tener unas decenas de millones de años. En segundo lugar ha sido creado por algún tipo de inteligencia, pero  no sabemos si ha sido creado en la Tierra o en algún lugar del espacio exterior y por alguna causa llegó a la Tierra. En todo caso si no fue creado por la naturaleza, según las pruebas que se hicieron difícilmente podía ser fragmento de un meteorito, y fue creado por alguien, sin duda se trataría de una civilización muy antigua y avanzada, que o bien en una época muy remota estuvo en la Tierra o se acercó a ella.

Primer foto tomada de dicho cubo 

También la desaparición no deja de ser un misterio, pues todo apunta que el objeto tenia su valor o bien como testimonio de algo que se quiere ocultar, o bien es una de las muchas pruebas de algo ajeno a nosotros que algunos grupos intentan eliminar, sea como fuere el Cubo del Doctor apunta a que  el pasado tiene interesantes secretos que descubrir.

domingo, 3 de marzo de 2013

Evangelio Apócrifo: Descenso de Cristo al Infierno

Hola amigos, feliz cuaresma 2013 y que tengan una buena semana de vacaciones; ya tenia mucho tiempo de no subir temas en mi blog, pero después de este tiempo sabático les prometo que cuidare mas del blog con nuevos temas interesantes y algunas sorpresas nuevas.

Ahora, les dejo con este evangelio apócrifo  estos son los escritos antiguos que no entraron en la Biblia por que se cree que no tienen "inspiración" divina, pero decidan ustedes su contenido.

Gracias



1. Y José, levantándose, dijo a Anás y a Caifás: Razón tenéis para admiraros, al saber que Jesús ha sido visto resucitado y ascendiendo al empíreo. Pero aún os sorprenderéis más de que no sólo haya resucitado, sino de que haya sacado del sepulcro a muchos otros muertos, a quienes gran número de personas han visto en Jerusalén.
2. Y escuchadme ahora, porque todos sabemos que aquel bienaventurado Gran Sacerdote, que se llamó Simeón, recibió en sus manos, en el templo, a Jesús niño. Y Simeón tuvo dos hijos, hermanos de padre y de madre, y todos hemos presenciado su fallecimiento y asistido a su entierro. Pues id a ver sus tumbas, y las hallaréis abiertas, porque los hijos de Simeón se hallan en la villa de Arimatea, viviendo en oración. A veces se oyen sus gritos, mas no hablan a nadie, y permanecen silenciosos como muertos. Vayamos hacia ellos, y tratémoslos con la mayor amabilidad. Y, si con suave insistencia los interrogamos, quizá nos hablen del misterio de la resurrección de Jesús.
3. A cuyas palabras todos se regocijaron, y Anás, Caifás, Nicodemo, José y Gamaliel, yendo a los sepulcros, no encontraron a los muertos, pero, yendo a Arimatea, los encontraron arrodillados allí.
4. Y los abrazaron con sumo respeto y en el temor de Dios, y los condujeron a la Sinagoga de Jerusalén.
5. Y, no bien las puertas se cerraron, tomaron el libro santo, lo pusieron en sus manos, y los conjuraron por el Dios Adonaí, Señor de Israel, que ha hablado por la Ley y por los profetas, diciendo: Si sabéis quién es el que os ha resucitado de entre los muertos, decidnos cómo habéis sido resucitados.
6. Al oír esta adjuración, Carino y Leucio sintieron estremecerse sus cuerpos, y, temblorosos y emocionados, gimieron desde el fondo de su corazon.
7. Y, mirando al cielo, hicieron con su dedo la señal de la cruz sobre su lengua.
8. Y, en seguida, hablaron, diciendo: Dadnos resmas de papel, a fin de que escribamos lo que hemos visto y oído.
9. Y, habiéndoselas dado, se sentaron, y cada uno de ellos escribió lo que sigue.

Carino y Leucio comienzan su relato

XVIII 1. Jesucristo, Señor Dios, vida y resurrección de muertos, permítenos enunciar los misterios por la muerte de tu cruz, puesto que hemos sido conjurados por ti.
2. Tú has ordenado no referir a nadie los secretos de tu majestad divina, tales como los has manifestado en los infiernos.
3. Cuando estábamos con nuestros padres, colocados en el fondo de las tinieblas, un brillo real nos iluminó de súbito, y nos vimos envueltos por un resplandor dorado como el del sol.
4. Y, al contemplar esto, Adán, el padre de todo el género humano, estalló de gozo, así como todos los patriarcas y todos los profetas, los cuales clamaron a una: Esta luz es el autor mismo de la luz, que nos ha prometido transmitirnos una luz que no tendrá ni desmayos ni término.

Isaías con/irma uno de sus vaticinios

XIX 1. Y el profeta Isaías exclamó: Es la luz del Padre, el Hijo de Dios, como yo predije, estando en tierras de vivos: en la tierra de Zabulón y en la tierra de Nephtalim. Más allá del Jordán, el pueblo que estaba sentado en las tinieblas, vería una gran luz, y esta luz brillaría sobre los que estaban en la región de la muerte. Y ahora ha llegado, y ha brillado para nosotros, que en la muerte estábamos.
2. Y, como sintiésemos inmenso júbilo ante la luz que nos había esclarecido, Simeón, nuestro padre, se aproximó a nosotros, y, lleno de alegría, dijo a todos: Glorificad al Señor Jesucristo, que es el Hijo de Dios, porque yo lo tuve recién nacido en mis manos en el templo e, inspirado por el Espíritu Santo, lo glorifiqué y dije: Mis ojos han visto ahora la salud que has preparado en presencia de todos los pueblos, la luz para la revelación de las naciones, y la gloria de tu pueblo de Israel.
3. Al oír tales cosas, toda la multitud de los santos se alborozó en gran manera.
4. Y, en seguida, sobrevino un hombre, que parecía un ermitaño. Y, como todos le preguntasen quién era, respondió: Soy Juan, el oráculo y el profeta del Altísimo, el que precedió a su advenimiento al mundo, a fin de preparar sus caminos, y de dar la ciencia de la salvación a su pueblo para la remisión de los pecados. Y, viéndolo llegar hacia mí, me sentí poseído por el Espíritu Santo, y le dije: He aquí el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo. Y lo bauticé en el río del Jordán, y vi al Espíritu Santo descender sobre él bajo la figura de una paloma. Y oí una voz de los cielos, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo todas mis complacencias, y a quien debéis escuchar. Y ahora, después de haber precedido a su advenimiento, he descendido hasta vosotros, para anunciaros que, dentro de poco, el mismo Hijo de Dios, levantándose de lo alto, vendrá a visitarnos, a nosotros, que estamos sentados en las tinieblas y en las sombras de la muerte.

La profecía hecha por el arcángel Miguel a Seth

XX 1. Y, cuando el padre Adán, el primer formado, oyó lo que Juan dijo de haber sido Jesús bautizado en el Jordán, exclamó, hablando a su hijo Seth: Cuenta a tus hijos, los patriarcas y los profetas, todo lo que oíste del arcángel Miguel, cuando, estando yo enfermo, te envié a las puertas del Paraíso, para que el Señor permitiese que su ángel diera aceite del árbol de la misericordia, que ungiese mi cuerpo.
2. Entonces Seth, aproximándose a los patriarcas y a los profetas, expuso: Me hallaba yo, Seth, en oración delante del Señor, a las puertas del Paraíso, y he aquí que Miguel, el numen de Dios, me apareció, y me dijo: He sido enviado a ti por el Señor, y presido sobre el cuerpo humano. Y te declaro, Seth, que es inútil pidas y ruegues con lágrimas el aceite del árbol de la misericordia, para ungir a tu padre Adán, y para que cesen los sufrimientos de su cuerpo. Porque de ningún modo podrás recibir ese aceite hasta los días postrimeros, cuando se hayan cumplido cinco mil años. Entonces, el Hijo de Dios, lleno de amor, vendrá a la tierra, y resucitará el cuerpo de Adán, y al mismo tiempo resucitará los cuerpos de los muertos. Y, a su venida, será bautizado en el Jordán, y, una vez haya salido del agua, ungirá con el aceite de su misericordia a todos los que crean en él, y el aceite de su misericordia será para los que deban nacer del agua y del Espíritu Santo para la vida eterna. Entonces Jesucristo, el Hijo de Dios, lleno de amor, y descendido a la tierra, introducirá a tu padre Adán en el Paraíso y lo pondrá junto al árbol de la misericordia.
3. Y, al oír lo que decía Seth, todos los patriarcas y todos los profetas se henchieron de dicha.

Discusión entre Satanás y la Furia en los infiernos

XXI 1. Y, mientras todos los padres antiguos se regocijaban, he aquí que Satanás, príncipe y jefe de la muerte, dijo a la Furia: prepárate a recibir a Jesús, que se vanagloria de ser el Cristo y el Hijo de Dios, y que es un hombre temerosísimo de la muerte, puesto que yo mismo lo he oído decir: Mi alma está triste hasta la muerte. Y entonces comprendí que tenía miedo de la cruz.
2. Y añadió: Hermano, aprestémonos, tanto tú como yo, para el mal día. Fortifiquemos este lugar, para poder retener aquí prisionero al llamado Jesús que, al decir de Juan y de los profetas, debe venir a expulsarnos de aquí. Porque ese hombre me ha causado muchos males en la tierra, oponiéndose a mí en muchas cosas, y despojándome de multitud de recursos. A los que yo había matado, él les devolvió la vida. Aquellos a quienes yo había desarticulado los miembros, él los enderezó por su sola palabra, y les ordenó que llevasen su lecho sobre los hombros. Hubo otros que yo había visto ciegos y privados de la luz, y por cuya cuenta me regocijaba, al verlos quebrarse la cabeza contra los muros, y arrojarse al agua, y caer, al tropezar en los atascaderos, y he aquí que este hombre, venido de no sé dónde, y, haciendo todo lo contrario de lo que yo hacía, les devolvía la vista por sus palabras. Ordenó a un ciego de nacimiento que lavase sus ojos con agua y con barro en la fuente de Siloé, y aquel ciego recobró la vista. Y, no sabiendo a qué otro lugar retirarme, tomé conmigo a mis servidores, y me alejé de Jesús. Y, habiendo encontrado a un joven, entré en él, y moré en su cuerpo. Ignoro cómo Jesús lo supo, pero es lo cierto que llegó adonde yo estaba, y me intimó la orden de salir. Y, habiendo salido, y no sabiendo dónde entrar, le pedí permiso para meterme en unos puercos, lo que hice, y los estrangulé.
3. Y la Furia, respondiendo a Satanás, dijo: ¿Quién es ese príncipe tan poderoso y que, sin embargo, teme la muerte? Porque todos los poderosos de la tierra quedan sujetos a mi poder desde el momento en que tú me los traes sometidos por el tuyo. Si, pues, tú eres tan poderoso, ¿quién es ese Jesús que, temiendo la muerte, se opone a ti? Si hasta tal punto es poderoso en su humanidad, en verdad te digo que es todopoderoso en su divinidad, y que nadie podrá resistir a su poder. Y, cuando dijo que temía la muerte, quiso engañarte, y constituirá tu desgracia en los siglos eternos.
4. Pero Satanás, el príncipe de la muerte, respondió y dijo: ¿Por qué vacilas en aprisionar a ese Jesús, adversario de ti tanto como de mí? Porque yo lo he tentado, y he excitado contra él a mi antiguo pueblo judío, excitando el odio y la cólera de éste. Y he aguzado la lanza de la persecución. Y he hecho preparar madera para crucificarlo, y clavos para atravesar sus manos y sus pies. Y le he dado a beber hiel mezclada con vinagre. Y su muerte está próxima, y te lo traeré sujeto a ti y a mi.
5. Y la Furia respondió, y dijo: Me has informado de que él es quien me ha arrancado los muertos. Muchos están aquí, que retengo, y, sin embargo, mientras vivían sobre la tierra, muchos me han arrebatado muertos, no por su propio poder, sino por las plegarias que dirigieron a su Dios todopoderoso, que fue quien verdaderamente me los llevó. ¿Quién es, pues, ese Jesús, que por su palabra, me ha arrancado muertos? ¿Es quizá el que ha vuelto a la vida, por su palabra imperiosa, a Lázaro, fallecido hacía cuatro días, lleno de podredumbre y en disolución, y a quien yo retenía como difunto?
6. Y Satanás, el príncipe de la muerte, respondió y dijo: Ese mismo Jesús es.
7. Y, al oírlo, la Furia repuso: Yo te conjuro, por tu poder y por el mío, que no lo traigas hacia mí. Porque, cuando me enteré de la fuerza de su palabra, temblé, me espanté y, al mismo tiempo, todos mis ministros impíos quedaron tan turbados como yo. No pudimos retener a Lázaro, el cual, con toda la agilidad y con toda la velocidad del águila, salió de entre nosotros, y esta misma tierra que retenía su cuerpo privado de vida se la devolvió. Por donde ahora sé que ese hombre, que ha podido cumplir cosas tales, es el Dios fuerte en su imperio, y poderoso en la humanidad, y Salvador de ésta, y, si le traes hacia mí, libertará a todos los que aquí retengo en el rigor de la prisión, y encadenados por los lazos no rotos de sus pecados y, por virtud de su divinidad, los conducirá a la vida que debe durar tanto como la eternidad.

Entrada triunfal de Jesús en los infiernos

XXII 1. Y, mientras Satanás y la Furia así hablaban, se oyó una voz como un trueno, que decía: Abrid vuestras puertas, vosotros, príncipes. Abríos, puertas eternas, que el Rey de la Gloria quiere entrar.
2. Y la Furia, oyendo la voz, dijo a Satanás: Anda, sal, y pelea contra él. Y Satanás salió.
3. Entonces la Furia dijo a sus demonios: Cerrad las grandes puertas de bronce, cerrad los grandes cerrojos de hierro, cerrad con llave las grandes cerraduras, y poneos todos de centinela, porque, si este hombre entra, estamos todos perdidos.
4. Y, oyendo estas grandes voces, los santos antiguos exclamaron: Devoradora e insaciable Furia, abre al Rey de la Gloria, al hijo de David, al profetizado por Moisés y por Isaías.
5. Y otra vez se oyó la voz de trueno que decía: Abrid vuestras puertas eternas, que el Rey de la Gloria quiere entrar.
6. Y la Furia gritó, rabiosa: ¿Quién es el Rey de la Gloria? Y los ángeles de Dios contestaron: El Señor poderoso y vencedor.
7. Y, en el acto, las grandes puertas de bronce volaron en mil pedazos, y los que la muerte había tenido encadenados se levantaron.
8. Y el Rey de la Gloria entró en figura de hombre, y todas las cuevas de la Furia quedaron iluminadas.
9. Y rompió los lazos, que hasta entonces no habían sido quebrantados, y el socorro de una virtud invencible nos visitó, a nosotros, que estábamos sentados en las profundidades de las tinieblas de nuestras faltas y en la sombra de la muerte de nuestros pecados.

Espanto de las potestades infernalesante la presencia de Jesús

XXIII 1. Al ver aquello, los dos príncipes de la muerte y del infierno, sus impíos oficiales y sus crueles ministros quedaron sobrecogidos de espanto en sus propios reinos, cual si no pudiesen resistir la deslumbradora claridad de tan viva luz, y la presencia del Cristo, establecido de súbito en sus moradas.
2. Y exclamaron con rabia impotente: Nos has vencido. ¿Quién eres tú, a quien el Señor envía para nuestra confusión? ¿Quién eres tú, tan pequeño y tan grande, tan humilde y tan elevado, soldado y general, combatiente admirable bajo la forma de un esclavo, Rey de la Gloria muerto en una cruz y vivo, puesto que desde tu sepulcro has descendido hasta nosotros? ¿Quién eres tú, en cuya muerte ha temblado toda criatura, y han sido conmovidos todos los astros, y que ahora permaneces libre entre los muertos, y turbas a nuestras legiones? ¿Quién eres tú, que redimes a los cautivos, y que inundas de luz brillante a los que están ciegos por las tinieblas de sus pecados?
3. Y todas las legiones de los demonios, sobrecogidos por igual terror, gritaban en el mismo tono, con sumisión temerosa y con voz unánime, diciendo: ¿De dónde eres, Jesús, hombre tan potente, tan luminoso, de majestad tan alta, libre de tacha y puro de crimen? Porque este mundo terrestre que hasta el día nos ha estado siempre sometido, y que nos pagaba tributos por nuestros usos abominables, jamás nos ha enviado un muerto tal como tú, ni destinado semejantes presentes a los infiernos. ¿Quién, pues, eres tú, que has franqueado sin temor las fronteras de nuestros dominios, y que no solamente no temes nuestros suplicios infernales, sino que pretendes librar a los que retenemos en nuestras cadenas? Quizá eres ese Jesús, de quien Satanás, nuestro príncipe, decía que, por su suplicio en la cruz, recibiría un poder sin límites sobre el mundo entero.
4. Entonces el Rey de la Gloria, aplastando en su majestad a la muerte bajo sus pies, y tomando a nuestro primer padre, privó a la Furia de todo su poder y atrajo a Adán a la claridad de su luz.

Imprecaciones acusadoras de la Furiacontra Satanás

XXIV 1. Y la Furia, bramando, aullando y abrumando a Satanás con violentos reproches, le dijo: Belzebú, príncipe de condenación, jefe de destrucción, irrisión de los ángeles de Dios, ¿qué has querido hacer? ¿Has querido crucificar al Rey de la Gloria, sobre cuya ruina y sobre cuya muerte nos habías prometido tan grandes despojos? ¿Ignoras cuán locamente has obrado? Porque he aquí que este Jesús disipa, por el resplandor de su divinidad, todas las tinieblas de la muerte. Ha atravesado las profundidades de las más sólidas prisiones, libertando a los cautivos, y rompiendo los hierros de los encadenados. Y he aquí que todos los que gemían bajo nuestros tormentos nos insultan, y nos acribillan con sus imprecaciones. Nuestros imperios y nuestros reinos han quedado vencidos, y no sólo no inspiramos ya terror a la raza humana, sino que, al contrario, nos amenazan y nos injurian aquellos que, muertos, jamás habían podido mostrar soberbia ante nosotros, ni jamás habían podido experimentar un momento de alegría durante su cautividad. Príncipe de todos los males y padre de los rebeldes e impíos, ¿qué has querido hacer? Los que, desde el comienzo del mundo hasta el presente, habían desesperado de su vida y de su salvación no dejan oír ya sus gemidos. No resuena ninguna de sus quejas clamorosas, ni se advierte el menor vestigio de lágrimas sobre la faz de ninguno de ellos. Rey inmundo, poseedor de las llaves de los infiernos, has perdido por la cruz las riquezas que habías adquirido por la prevaricación y por la pérdida del Paraíso. Toda tu dicha se ha disipado y, al poner en la cruz a ese Cristo, Jesús, Rey de la Gloria, has obrado contra ti y contra mí. Sabe para en adelante cuántos tormentos eternos y cuántos suplicios infinitos te están reservados bajo mi guarda, que no conoce término. Luzbel, monarca de todos los perversos, autor de la muerte y fuente del orgullo, antes que nada hubieras debido buscar un reproche justiciero que dirigir a Jesús. Y, si no encontrabas en él falta alguna, ¿por qué, sin razón, has osado crucificarlo injustamente, y traer a nuestra región al inocente y al justo, tú, que has perdido a los malos, a los impíos y a los injustos del mundo entero?
2. Y, cuando la Furia acabó de hablar así a Satanás, el Rey de la Gloria dijo a la primera: El príncipe Satanás quedará bajo tu potestad por los siglos de los siglos, en lugar de Adán y de sus hijos, que me son justos.

Jesús toma a Adán baj.o su protección y los antiguos profetas cantan su triunfo

XXV 1. Y el Señor extendió su mano, y dijo: Venid a mí, todos mis santos, hechos a mi imagen y a mi semejanza. Vosotros, que habéis sido condenados por el madero, por el diablo y por la muerte, veréis a la muerte y al diablo condenados por el madero.
2. Y, en seguida, todos los santos se reunieron bajo la mano del Señor. Y el Señor, tomando la de Adán, le dijo: Paz a ti y a todos tus hijos, mis justos.
3. Y Adán, vertiendo lágrimas, se prosternó a los pies del Señor, y dijo en voz alta: Señor, te glorificaré, porque me has acogido, y no has permitido que mis enemigos triunfasen sobre mí para siempre. Hacia ti clamé, y me has curado, Señor. Has sacado mi alma de los infiernos, y me has salvado, no dejándome con los que descienden al abismo. Cantad las alabanzas del Señor, todos los que sois santos, y confesad su santidad. Porque la cólera está en su indignación, y en su voluntad está la vida.
4. Y asimismo todos los santos de Dios se prosternaron a los pies del Señor, y dijeron con voz unánime: Has llegado, al fin, Redentor del mundo, y has cumplido lo que habías predicho por la ley y por tus profetas. Has rescatado a los vivos por tu cruz, y, por la muerte en la cruz, has descendido hasta nosotros, para arrancarnos del infierno y de la muerte, por tu majestad. Y, así como has colocado el título de tu gloria en el cielo, y has elevado el signo de la redención, tu cruz, sobre la tierra, de igual modo, Señor, coloca en el infierno el signo de la victoria de tu cruz, a fin de que la muerte no domine más.
5. Y el Señor, extendiendo su mano, hizo la señal de la cruz sobre Adán y sobre todos sus santos. Y, tomando la mano derecha de Adán, se levantó de los infiernos, y todos los santos lo siguieron.
6. Entonces el profeta David exclamó con enérgico tono: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho cosas admirables. Su mano derecha y su brazo nos han salvado. El Señor ha hecho conocer su salud, y ha revelado su justicia en presencia de todas las naciones.
7. Y toda la multitud de los santos respondió, diciendo: Esta gloria es para todos los santos. Así sea. Alabad a Dios.
8. Y entonces el profeta Habacuc exclamó, diciendo: Has venido para la salvación de tu pueblo, y para la liberación de tus elegidos.
9. Y todos los santos respondieron, diciendo: Bendito el que viene en nombre del Señor, y nos ilumina.
10. Igualmente el profeta Miqueas exclamé, diciendo: ¿Qué Dios hay como tú, Señor, que desvaneces las iniquidades, y que borras los pecados? Y ahora contienes el testimonio de tu cólera. Y te inclinas más a la misericordia. Has tenido piedad de nosotros, y nos has absuelto de nuestros pecados, y has sumido todas nuestras iniquidades en el abismo de la muerte, según que habías jurado a nuestros padres en los días antiguos.
11. Y todos los santos respondieron, diciendo: Es nuestro Dios para siempre, por los siglos de los siglos, y durante todos ellos nos regirá. Así sea. Alabad a Dios.
12. Y los demás profetas recitaron también pasajes de sus viejos cánticos, consagrados a alabar a Dios. Y todos los santos hicieron lo mismo.

Llegada de los santos antiguos al Paraíso y su encuentro con Enoch y con Elías

XXVI 1. Y el Señor, tomando a Adán por la mano, lo puso en las del arcángel Miguel, al cual siguieron asimismo todos los santos.
2. Y los introdujo a todos en la gracia gloriosa del Paraíso, y dos hombres, en gran manera ancianos, se presentaron ante ellos.
3. Y los santos los interrogaron, diciendo: ¿Quiénes sois vosotros, que no habéis estado en los infiernos con nosotros, y que habéis sido traídos corporalmente al Paraíso?
4. Y uno de ellos repuso: Yo soy Enoch, que he sido transportado aquí por orden del Señor. Y el que está conmigo es Elías, el Tesbita, que fue arrebatado por un carro de fuego. Hasta hoy no hemos gustado la muerte, pero estamos reservados para el advenimiento del Anticristo, armados con enseñas divinas, y pródigamente preparados para combatir contra él, para darle muerte en Jerusalén, y para, al cabo de tres días y medio, ser de nuevo elevados vivos en las nubes.

Llegada del buen ladrón al Paraíso

XXVII 1. Y mientras Enoch y Elías así hablaban, he aquí que sobrevino un hombre muy miserable, que llevaba sobre sus espaldas el signo de la cruz.
2. Y, al verlo, todos los santos le preguntaron: ¿Quién eres? Tu aspecto es el de un ladrón. ¿De dónde vienes, que llevas el signo de la cruz sobre tus espaldas?
3. Y él, respondiéndoles, dijo: Con verdad habláis, porque yo he sido un ladrón, y he cometido crímenes en la tierra. Y los judíos me crucificaron con Jesús, y vi las maravillas que se realizaron por la cruz de mi compañero, y creí que es el Creador de todas las criaturas, y el rey todopoderoso, y le rogué, exclamando: Señor, acuérdate de mí, cuando estés en tu reino. Y, acto seguido, accediendo a mi súplica, contestó: En verdad te digo que hoy serás conmigo en el Paraíso. Y me dio este signo de la cruz, advirtiéndome: Entra en el Paraíso llevando esto, y, si su ángel guardián no quiere dejarte entrar, muéstrale el signo de la cruz, y dile: Es Jesucristo, el hijo de Dios, que está crucificado ahora, quien me ha enviado a ti. Y repetí estas cosas al ángel guardián, que, al oírmelas, me abrió presto, me hizo entrar, y me colocó a la derecha del Paraíso, diciendo: Espera un poco, que pronto Adán, el padre de todo el género humano, entrará con todos sus hijos, los santos y los justos del Cristo, el Señor crucificado.
4. Y, cuando hubieron escuchado estas palabras del ladrón, todos los patriarcas, con voz unánime, clamaron: Bendito sea el Señor todopoderoso, padre de las misericordias y de los bienes eternos, que ha concedido tal gracia a los pecadores, y que los ha introducido en la gloria del Paraíso, y en los campos fértiles en que reside la verdadera vida espiritual. Así sea.

Carino y Leucio concluyen su relato

XXVIII 1. Tales son los misterios divinos y sagrados que oímos y vivimos, nosotros, Carino y Leucio.
2. Mas no nos está permitido proseguir, y contar los demás misterios de Dios, como el arcángel Miguel los declaró altamente, diciéndonos: Id con vuestros hermanos a Jerusalén, y permaneced en oración, bendiciendo y glorificando la resurrección del Señor Jesucristo, vosotros a quienes él ha resucitado de entre los muertos. No habléis con ningún nacido, y permaneced como mudos, hasta que llegue la hora en que el Señor os permita referir los misterios de su divinidad.
3. Y el arcángel Miguel nos ordenó ir más allá del Jordán, donde están varios, que han resucitado con nosotros en testimonio de la resurrección del Cristo. Porque hace tres días solamente que se nos permite, a los que hemos resucitado de entre los muertos, celebrar en Jerusalén la Pascua del Señor con nuestros parientes, en testimonio de la resurrección del Cristo, y hemos sido bautizados en el santo río del Jordán, recibiendo todos ropas blancas.
4. Y, después de los tres días de la celebración de la Pascua, todos los que habían resucitado con nosotros fueron arrebatados por nubes. Y, conducidos más allá del Jordán, no han sido vistos por nadie.
5. Estas son las cosas que el Señor nos ha ordenado referiros. Alabadlo, confesadlo y haced penitencia, a fin de que os trate con piedad. Paz a vosotros en el Señor Dios Jesucristo, Salvador de todos los hombres. Amén.
6. Y, no bien hubieron terminado de escribir todas estas cosas sobre resmas separadas de papel, se levantaron. Y Carino puso lo que había escrito en manos de Anás, de Caifás y de Gamaliel. E igualmente Leucio dio su manuscrito a José y a Nicodemo.
7. Y, de súbito, quedaron transfigurados, y aparecieron cubiertos de vestidos de una blancura deslumbradora, y no se los vio más.
8. Y se encontró ser sus escritos exactamente iguales en extensión y en dicción, sin que hubiese entre ellos una letra de diferencia.
9. Y toda la Sinagoga quedó en extremo sorprendida, al ter aquellos discursos admirables de Carino y de Leucio. Y los judíos se decían los unos a los otros: Verdaderamente es Dios quien ha hecho todas estas cosas, y bendito sea el Señor Jesús por los siglos de los siglos. Amén.
10. Y salieron todos de la Sinagoga con gran inquietud, temor y temblor, dándose golpes de pecho, y cada cual se retiró a su casa.
11. Y José y Nicodemo contaron todo lo ocurrido al gobernador, y Pilato escribió cuanto los judíos habían dicho tocante a Jesús, y puso todas aquellas palabras en los registros públicos de su Pretorio.

Pilatos en el templo

XXIX 1. Después de esto, Pilatos, habiendo entrado en el templo de los judíos, congregó a todos los príncipes de los sacerdotes, a los escribas y a los doctores de la ley.
2. Y penetró con ellos en el santuario, y ordenó que se cerrasen todas las puertas, y les dijo: He sabido que poseéis en este templo una gran colección de libros, y os mando que me los mostréis.
3. Y, cuando cuatro de los ministros del templo hubieron aportado aquellos libros adornados con oro y con piedras preciosas, Pilatos dijo a todos: Por el Dios vuestro Padre, que ha hecho y ordenado que este templo fuera construido, os conjuro a que no me ocultéis la verdad. Sabéis todos vosotros lo que en estos libros está escrito. Pues ahora manifestadme si encontráis en las Escrituras que ese Jesús, a quien habéis crucificado, es el Hijo de Dios, que debía venir para la salvación del género humano, y explicadme cuántos años debían transcurrir hasta su venida.
4. Así apretados por el gobernador, Anás y Caifás hicieron salir de allí a los demás, que estaban con ellos, y ellos mismos cerraron todas las puertas del templo y del santuario, y dijeron a Pilatos: Nos pides, invocando la edificación del templo, que te manifestemos la verdad, y que te demos razón de los misterios. Ahora bien: luego que hubimos crucificado a Jesús, ignorando que era el Hijo de Dios, y pensando que hacía milagros por arte de encantamiento, celebramos una gran asamblea en este mismo lugar. Y, consultando entre nosotros sobre las maravillas que había realizado Jesús, hemos encontrado muchos testigos de nuestra raza, que nos han asegurado haberlo visto vivo después de la pasión de su muerte. Hasta hemos hallado dos testigos de que Jesús había resucitado cuerpos de muertos. Y hemos tenido en nuestras manos el relato por escrito de los grandes prodigios cumplidos por Jesús entre esos difuntos. Y es nuestra costumbre que cada año, al abrir los libros sagrados ante nuestra Sinagoga, busquemos el testimonio de Dios. Y, en el primer libro de los Setenta, donde el arcángel Miguel habla al tercer hijo de Adán, encontramos mención de los cinco mil años que debían transcurrir hasta que descendiese del cielo el Cristo, el Hijo bien amado de Dios, y consideramos que el Señor de Israel dijo a Moisés: Haz un arca de alianza de dos codos y medio de largo, de codo y medio de alto, y de codo y medio de ancho. En estos cinco codos y medio hemos comprendido y adivinado el simbolismo de la fábrica del arca del Antiguo Testamento, simbolismo significativo de que, al cabo de cinco millares y medio de años, Jesucristo debía venir al mundo en el arca de su cuerpo, y de que, conforme al testimonio de nuestras Escrituras, es el Hijo de Dios y el Señor de Israel. Porque, después de su pasión, nosotros, príncipes de los sacerdotes, presa de asombro ante los milagros que se operaron a causa de él, hemos abierto estos libros, y examinado todas las generaciones hasta la generación de José y de María, madre de Jesús. Y, pensando que era de la raza de David, hemos encontrado lo que ha cumplido el Señor. Y, desde que creó el cielo, la tierra y el hombre, hasta el diluvio, transcurrieron dos mil doscientos doce años. Y, desde el diluvio hasta Abraham, novecientos doce años. Y, desde Abraham hasta Moisés, cuatrocientos treinta años. Y, desde Moisés hasta David, quinientos diez años. Y, desde David hasta la cautividad de Babilonia, quinientos años. Y, desde la cautividad de Babilonia hasta la encarnación de Jesucristo, cuatrocientos años. Los cuales forman en conjunto cinco millares y medio de años. Y así resulta que Jesús, a quien hemos crucificado, es el verdadero Cristo, hijo del Dios omnipotente.

Primera carta de Pilatos a Tiberio

Carta de Pilatos al emperador

XXX 1. Poncio Pilatos a Claudio Tiberio César, salud.
2. Por este escrito mío sabrás que sobre Jerusalén han recaído maravillas tales como jamás se vieran.
3. Los judíos, por envidia a un profeta suyo, llamado Jesús, lo han condenado y castigado cruelísimamente, a pesar de ser un varón piadoso y sincero, a quien sus discípulos tenían por Dios.
4. Lo había dado a luz una virgen, y las tradiciones judías habían vaticinado que sería rey de su pueblo.
5. Devolvía la vista a los ciegos, limpiaba a los leprosos, hacía andar a los paralíticos, expulsaba a los demonios del interior de los posesos, resucitaba a los muertos, imperaba sobre los vientos y sobre las tempestades, caminaba por encima de las ondas del mar, y realizaba tantas y tales maravillas que, aunque el pueblo lo llamaba Hijo de Dios, los príncipes de los judíos, envidiosos de su poder, lo prendieron, me lo entregaron, y, para perderlo, mintieron ante mí, diciéndome que era un mago, que violaba el sábado, y que obraba contra su ley.
6. Y yo, mal informado y peor aconsejado, les creí, hice azotar a Jesús y lo dejé a su discreción.
7. Y ellos lo crucificaron, lo sepultaron, y pusieron en su tumba, para custodiarlo, soldados que me pidieron.
8. Empero, al tercer día resucitó, escapando a la muerte.
9. Y, al conocer prodigio tamaño, los príncipes de los judíos dieron dinero a los guardias, advirtiéndole: Decid que sus discípulos vinieron al sepulcro, y robaron su cuerpo.
10. Mas, no bien hubieron recibido el dinero, los guardias no pudieron ocultar mucho tiempo la verdad, y me la revelaron.
11. Y yo te la transmito, para que abiertamente la conozcas, y para que no ignores que los príncipes de los judíos han mentido. 

Fuente: Edmundo González Blanco. Evangelios Apócrifos.
Transcrito: Cristobal AGuilar.